Y el tuyo, ¿ya te come bien?

Atrás parecen haber quedado esas charlas entre mamás satisfechas sobre las monerías, travesuras y hábitos de sus retoños. Hoy, la pet obsession ha relegado a los niños de las sociedades desarrolladas a un segundo plano, por detrás de las mascotas que hacen las delicias de cualquier familia.

Así, nuestro vecino Jorge ya no es el de la hija pianista, sino el de Fluffy; no tenemos ni idea de a qué se dedica el que vive en el cuarto tercera, pero sí que saca a pasear a su Ninja todas las mañanas, y son nuestros perros, no nuestros niños, los que hacen amigos en el vecindario. Mi Mimí todo el día está con tu Bubu, ¡qué amigos son!, oímos decir orgullosamente a estos propietarios de mascotas.

Sí, la pet obsession es ya un motor de comunicación social. Y es gracias al perrito que sacamos a pasear cada mañana que hemos podido conocer a esa chica tan guapa que vive dos calles más allá, o debido a las cada vez más frecuentes visitas al veterinario que hemos podido entablar conversación con ese chico tan dulce que tiene un perro tan rabioso.

Esta pasión por las criaturas de cuatro patas no se limita sólo a los perros o felinos, pues ya son muchos los que optan por introducir especies más exóticas en sus casas: cerditos vietnamitas, ocas o patos son otros de los animales que cada día podemos ver paseando con correa por nuestra ciudad.

De esta novedosa tendencia incluso se han hecho eco los medios de comunicación. Alguno, como La Vanguardia en su Magazín de los domingos, se ha lanzado a pedir a los lectores fotografías de sus mascotas para que sean publicadas en la revista y estimular así la participación del público.

Las ultimíssimas herramientas de comunicación social no se quedan atrás. En la web Pet Files, los más fieles seguidores de esta peluda religión pueden crear una cuenta personalizada para su animal, colgar fotografías y vídeos que muestren sus más recientes hazañas y compartir todo tipo de experiencias pulgosas sobre sus bichos. La página propone dos fórmulas de interacción, humana y animal, que permite relacionar la información de cada mascota con su propietario y crear grupos afines, someter a votación al animal más adorable e incluso conocer a otros propietarios apasionados con los que sostener transcendentes conversaciones sobre los hábitos alimenticios de la iguana, el tamaño de las cacas de los canarios o el color más apropiado para el collar que lucirá nuestro cerdito.

Un mundo de infinitas posibilidades se abre ante nosotros a la vista de este nuevo hobby. Este es un club, además, nada elitista, sin cuotas de suscripción ni limitaciones de edad, género o nacionalidad. ¡Todo el mundo puede tener una mascota! Y si no estamos puestos en esto de Internet, existen otras opciones: en Ikea, incluso el amo más exigente podrá encontrar complementos para su animal, desde la última moda en mantitas para Perla, canastitas de original diseño para el sueño reparador de Bobby u originales recipientes para la comida de nuestra serpiente Cleopartra (argh).

Otra cosa es lo que pensarán los humanos más pequeños ante el auge de esta ferviente pasión que apuesta por la originalidad en todas sus vertientes. No sé, Juana, no sé, mi Kevincosn parece cada día más celoso de Mao Tse Tung III, ¿será que las bolitas de pienso no le sientan tan bien como el Bollycao?