Christiania, el barrio de inspiración anarquista en Copenhague

Christiania es un barrio parcialmente autogobernado de unos 1000 residentes. Situado en el barrio de Christianshavn (Puerto de Christian), en la capital de Dinamarca (Copenhague). Se estableció con un estatus semilegal de comunidad de vecinos que se autoproclama independiente del Estado Danés.

Christiania surgió de un abandono de instalaciones militares en desuso y ocupadas en plena explosión del “espíritu de mayo del 68”. Cuando entras a Christiania lo primero que te encuentras es la “Pusher Street” (la calle del vendedor de estupefacientes), todo el barrio está organizado entorno a esta calle principal en la que está prohibido hacer fotos porque se permite la venta y consumo de derivados del cannabis. Y es que esto es lo que ha hecho famoso al barrio, que recibe el apelativo de “distrito verde o Green district”. Desde el 2004 el gobierno ha radicalizado su postura y han aumentado las redadas. Todos los días locales y turistas pasean por sus calles para comprar marihuana o hachís, y se sientan en sus bares y bancos a fumar.

A medida que te vas adentrando en el barrio, los adoquines del suelo pasan a ser caminos de tierra o de asfalto, vas rodeando un canal y un parque lleno de rincones para sentarse a contemplar la naturaleza. Los caminitos de tierra te llevan a las casitas de los christianistas, muchas de ellas pintadas de colores, también te encuentras guarderías, esculturas, un mini-templo budista, tiendas de ropa, de skate, de muebles, restaurantes vegetarianos, bares musicales y una plaza central llena de terrazas y bares para tomarse algo o comer.

Alis es una marca de skate que tiene tienda en Christiania, también es una comunidad que se fundó en 1998 en Christiania, donde construyeron un skate park llamado “wonderland”. Más tarde, para celebrar su 20 Aniversario, instalaron una placa solar. Al parecer, algunos de esos negocios no pagaban impuestos y esto hace que beber y comer sea algo más barato que en resto de la ciudad.

La comunidad decidió prohibir las visitas guiadas de turistas porque se sentían muy expuestos, como si fueran animales del zoo, pero esto no significa que no reciban visitas de turistas curiosos por este pequeño territorio libre con sus propias leyes. Nos fascinó tanto que quisimos investigar, así que vamos intentar explicar cómo es posible ocupar unos edificios, después un barrio, y conseguir crear una comunidad de 1000 habitantes parcialmente autogobernada en la que se pueden comprar y fumar porros.

En 1971 unos padres encontraron unos terrenos militares abandonados por el ejército danés y pensaron que eran un lugar maravilloso para que sus hijos pudieran jugar. Derribaron la valla y ocuparon el espacio. Se estableció con un estatus semilegal de comunidad de vecinos que se autoproclama independiente del estado danés.

Este hecho promovió un debate en la comunidad gracias a un artículo en un periódico indie o subcultural holandés. Este artículo planteaba los diferentes usos que se podían dar a un cuartel abandonado. Y es en este contexto en el que aparecen los “Provos”. El movimiento cultural y político “Provo” sostenía que ese espacio debía servir para realizar las aspiraciones de la vida comunal de su movimiento.

Los provos holandeses eran una contracultura antisistema que llevaban a cabo acciones no violentas con el objetivo de despertar a la sociedad con preguntas y sentido del humor. Fueron unos estudiantes con ganas de provocar al sistema mediante humor absurdo, agresividad no violenta y con acciones de inspiración gandhista. Con influencia dadaístas y de ideología anarquista, bautizaron su doctrina como “filosofía blanca”. Sus luchas se basaron en la legalización de la marihuana para la que se inventaron un juego que consistía en que los participantes aportaban una pequeña contribución económica, el ganador de esa suma sería aquel que lograra acumular más multas por consumo de canabis. Además de happenings y otras ideas, salieron a las calles de Amsterdam con miles de bicicletas pintadas de blanco para denunciar la contaminación y la pésima calidad del transporte público en Ámsterdam.

Los Provos desaparecieron en 1968 por la represión de autoridades soviéticas, francesas, estadounidenses y latinoamericanas. Aunque el espíritu de este movimiento no ha desaparecido en la capital holandesa. Quizá hayan influido en terminar una ciudad limpia, cívica, en la que la mayoría de personas circulan en bicicleta y en la que el consumo de cannabis es legal y está controlado.

En 1989 se promulgó la Ley de Christiania, que transfería parte de la supervisión de la zona al Ayuntamiento de Copenhague. El Estado aceptó conservar el asentamiento supeditado a una futura legalización y normalización. En 2004 tuvieron lugar unos conflictos con el gobierno danés respecto a la propiedad de los terrenos y al mercado de drogas.

En 2011 el Tribunal Supremo otorgó el derecho de propiedad y uso al Estado. Los christianistas necesitaban 76 millones de coronas (casi 10 millones de euros) para poder comprar esos terrenos. Lanzaron a la venta acciones populares y contaron con el apoyo de grandes personalidades danesas el mundo de la cultura. Finalmente consiguieron reunir el dinero necesario.

En 2012 los habitantes de Christiania reconsideraron su posición de ocupantes ilegales y compraron gran parte de los terrenos del barrio con el objetivo de mantenerlo comunal.

Y hasta aquí la historia de este pequeño lugar libre, quizá nuestro lugar preferido de la ciudad de Copenhague.