Entrevistamos al fotógrafo Agus Prats

Agus Prats ha convertido la fotografía en un canal de expresión, en una fórmula terapéutica y en su trabajo. Sufrió una agresión que lo dejó en una silla de ruedas. De ahí surgió la idea de crear un sistema para sujetar la cámara a su silla y hacer fotografías desde un disparador remoto. En su web confiesa que “cuando te ves limitando, la creatividad se hace efervescente y necesita salir”. Después del accidente y cuando ya podía moverse con la silla “escribía lo que veía y fotografiaba lo que sentía”.

Agus Prats forma parte de la sección Las Varietès del Blanc Festival, que son un formato de charla de 15 minutos sobre distintos temas que no tienen que hacer referencia necesariamente al diseño, así se convierte en una oportunidad única de aprender y conocer otras disciplinas.

– ¿3 motivos para asistir al Blanc Festival los próximos 11 y 12 de noviembre?
Seguramente existen muchos motivos para ir a Blanc Festival y variarán para cada uno de nosotros según sean nuestros intereses. A mí lo que más me atrajo de la propuesta del Festival es su carácter independiente, buscando nexos alrededor del diseño gráfico que lo acercan a otras disciplinas y que te permiten ampliar la visión sobre temas o conceptos que en principio podrías tener más limitados. También me gustó su espíritu cercano entre organizadores, invitados y asistentes.

– ¿Cuál es la conferencia que más ilusión te hace escuchar en el Blanc Festival?
Posiblemente la de Toni Amengual, porque es un gran fotógrafo y un buen comunicador.

– ¿Cómo te ganas la vida?
Creo que aún no me la he ganado…

– ¿Por qué son en blanco y negro las fotografías de tu series «Finestra», «París» y «Mans»?
La elección del b/n o color suele depender de cada proyecto, y no todos los proyectos en b/n lo son por una misma razón. En el momento de realizar “Finestra”, justo cuando me dieron el alta hospitalaria, lo que veía a través de la ventana del coche eran el reflejo de unas emociones relacionadas con el anhelo a regresar al mundo exterior, que se me apareció lejano y extrañamente irreal, seguramente provocado por tantos meses de ingreso.

En «París», el b/n fue una elección por querer recuperar la fotografía de calle al estilo clásico, ya que París es una ciudad con una luz y atmósfera especial y no puedes evitar la tentación de dejarte llevar por la influencia de todas esas imágenes tan icónicas que llevas gravadas en la memoria. Pero gracias a ello, después pude percatarme de que en la serie “Par” estaba fotografiando algo más (o algo menos) que una ciudad, estaba proyectando mi nueva relación con ella.

Y en la serie “Mans” la elección del b/n fue más clara, pues quería enfatizar la gestualidad de las manos y la textura de su piel, centrar la atención en sus detalles y la complejidad de sus movimientos. En color se hubieran acercado más a lo grotesco para mi gusto. Aunque en realidad, sí tienen color, un virado muy sutil. Cuando empecé a recuperar la movilidad de mis manos, fui consciente de lo complejo que son los movimientos de los dedos, de la armoniosa coordinación que se necesita para realizar cualquier tarea común del día a día. Solía recordar a un profesor de dibujo que me dijo que para reconocer a un gran dibujante, debía fijarme en cómo dibujaba las manos, pues es la parte del cuerpo más compleja de representar, llena de escorzos y proporciones diferentes. Y es cierto. Las manos son extremadamente complejas en todos los sentidos.

– ¿Qué ve el espectador en las fotografías de tu proyecto «No hay luz sin oscuridad»?
Básicamente un reencuentro a la fotografía de calle. O un regreso a la calle a través de la fotografía. Con todo lo que ello lleva implicado cuando regresas a la calle desde una nueva situación, desde un nuevo punto de vista, y esa misma nueva situación fue adquirida precisamente en la calle. Es también un intenso testimonio de una persona afectada por un trastorno mental. Ambas cosas se encontraron casualmente en esa calle y sus recuerdos y emociones se entremezclaron durante el recorrido.

– ¿Y en «The mirror chair project«?
“The mirror chair projet” es quizás mi proyecto más profundo. Profundo en un sentido espacial, no de concepto. Me recuerda a la escalera de caracol de “La casa de hojas”, de Mark Z. Danielewski. Una escalera que a veces puede parecer abismal y otras de apenas unos metros y que al parecer, su altura depende mucho de uno mismo. El proyecto surgió de la necesidad de encontrar mi Diario hospitalario, y al no encontrarlo, tuve esa necesidad de “ir a buscarlo” al lugar de la calle dónde me agredieron y dónde todo terminó y empezó a la vez. Me adentré en ese camino de vuelta realizando autorretratos en lugares donde podía verme reflejado, en una especie de ejercicio personal de reflexión. A medida que me acercaba al lugar dónde tuve mi particular experiencia frente a la muerte, fui sumergiéndome en la idea del espejo, del tiempo y de mí mismo. Justo en ese momento, un familiar mío muy cercano se puso muy enfermo, y me encontré de nuevo en un hospital, pero esta vez desde el otro lado del espejo, al lado de todas las personas que sufrieron por mí y que temieron por mi vida. Es un proyecto que está creciendo, como la escalera de caracol de Danielewski, y lo hace desde puntos distintos, en Instagram, en su propia web o incluso en un futuro formato libro que ya está editado y diseñado, y que esperamos poder publicar.

– ¿Tu proyecto más ambicioso?
Por la misma razón, el más ambicioso sea “The mirror chair project”. Pero ambición en un sentido de dedicación, implicación o grado de honestidad.

– ¿Con el que más has disfrutado?
Aun a riesgo de parecer ahora un conocido anuncio de cerveza “Doble o Nada” 😉 el proyecto con el que más estoy disfrutando, es también con el que he sufrido bastante, “The mirror chair project”.

– ¿Con el que más has aprendido?
Si con aprender nos referimos a adquirir nuevos conocimientos sobre un tema, éste sería sin duda con el proyecto sobre la montaña de “Bugarach”. En esa zona del sur de Francia existe una conexión geográfica entre varios lugares con una enorme tradición mística, que va más allá de la razón… inexpicanlemente, no sólo pueblos, sino «accidentes» naturales como las propias montañas, tienen un patrón geométrico sorprendentemente preciso, relacionado con la geometría sagrada. La verdad es que me impresionó bastante.

– Si pudiera elegir ahora mismo, ¿en las calles de qué ciudad harías fotografías?
Seguramente Tokio, concretamente el barrio de Daido Moriyama, Shinjuku, buscaría su sombra en los reflejos de sus escaparates.

– ¿Cómo definirías tu estilo? – ¿Referentes?
El instinto de Moriyama, de perro callejero, ha sido uno de mis referentes. El otro, Joan Colom, ya vive en mi ciudad. De Colom me siento muy identificado por la técnica, disparando sin ver por el visor, visualizando mentalmente el encuadre y a la altura de la cintura. Un tercer referente que suelo tener presente son los Rovers que exploran Marte, desde niño me he sentido fascinado por la idea de estar perdido, en una soledad absoluta, frente a un paisaje puro, nuevo y al mismo tiempo hostil y amenazante, un poco como me sentía cuando empecé a enfrentarme solo a la calle con la silla de ruedas.

– ¿Cuál es la última exposición fotográfica que has visitado?
La de Bruce Davidson en la Fundación Mapfre. Una exposición increíble, aunque me quedé con las ganas de ver la serie completa del metro de NY en plenos años 80. Aunque fue una exposición muy incómoda para visitar desde una silla debido a la excesiva altura de las fotos y la tenue iluminación de las salas…

– ¿Nos recomiendas una?
Me gustaría ver “50 anys de l’enderroc del barri del Somorrostro”, la fotografía, entre otras muchas cosas, también nos recuerda cómo era la ciudad donde vivimos, y documenta hechos cuya influencia podemos percibir hoy y nos permite comprender la naturaleza de algunos barrios o zonas periféricas de la ciudad.

– ¿Y un fotolibro?
Recomendar un libro de fotografía es muy difícil… así de primeras me viene a la cabeza “L’inassolible” de Roger Guaus, por algo será… Es un libro que, literalmente, me emocionó muchísimo, me llegó muy dentro.

– ¿Retos de futuro?
Poder llegar a vivir de la fotografía, aunque me temo que eso no es ser ambicioso, es ser idealista…

– ¿A quién te gustaría que entrevistáramos y qué le preguntarías?
Os lo pondría difícil… me gustaría poder leer una buena entrevista a David Nebreda. La pregunta sería lo de menos…

– ¿Qué consejo le darías a todos aquellos que sueñan con ser fotógrafos?
Que cuando despierten dejarán de serlo.