Roger Waters en Lima: la noche en que cayeron los cerdos
Sonido 360, visuales panorámicos, lasers y cerdos volando

Huérfanos de su universo. Así es como nos quedamos en la resaca de un concierto que hace mella. Y eso solo lo consiguen los momentos únicos. Los que transforman la realidad y se convierten en un punto de quiebre.
No hay músico por encima de Roger Waters. No existe. Es un artista que ya se pasó el juego de la música y ahora la comparte con el mundo. Un mundo voraz que pide rellenar el check de ver un concierto de Pink Floyd a su Bucket List. Su llegada con la gira Us and Them era la gran oportunidad.
Un concierto de Roger Waters te hace volver a ser un niño y la realidad se convierte en un parque de atracciones apocalíptico. Es un viaje sin retorno por el túnel de los infiernos, decadente como el lamento, sublime como el otro lado. Aquél que sólo los momentos de genialidad pueden tocar con la yema de los dedos.
Mientras el peruano Bandenay caía exhausto y derrotado en la UFC, Waters se erigía como el líder de un alegato pacifista. Se apagaban los focos de un Estadio Monumental que estallaba en júbilo. La eterna pantalla panorámica que arropaba el escenario se prendía. Y empezaba un plano que duró casi un cuarto de hora. Consistía en una mujer en la playa contemplando el mar, de espaldas. Sonido ambiente. Parecía que quería llevarnos a un estado de paz para empezar el trayecto.
Todo cambió. La enorme panorámica se apagó, Waters y la banda salieron al escenario, las miles de personas presentes enloquecimos. Ellos aguardaron unos segundos y empezaron. Sonaban las primeras notas de la cálida y envolvente Breathe.
THANK YOU LIMA!!! #usandthemtour #rogerwaters pic.twitter.com/mV1K2pVyhv
— Roger Waters (@rogerwaters) November 18, 2018
El sonido se sintió como nunca antes en un concierto. Los parlantes del recinto recitaban sonidos en 360, emitiéndose por diferente desde cada zona del césped. Podías escuchar voces, un bombardeo de armas nucleares, un helicóptero aterrizar, una máquina tragaperras o las siniestras carcajadas de Lunatic. Veías a la gente voltear buscando aquello que escuchaban venir de un costado.
Waters apunta hacia arriba: el neoliberalismo, Trump, el gobierno de Israel, la censura de Internet. Y en su discurso dedicó un momento importante para dos asuntos que conciernen al Perú. El primero, la indiferencia ante los pueblos indígenas. El segundo, la corrupción. Hace poco más de 10 años, Waters estuvo en Lima hablando del mismo tema, justo después de finalizar el segundo gobierno de Alan García. Nadie sabía que esta vez, mientras Roger Waters volvía a apuntar a los corruptos del Perú, el ex presidente peruano Alan García acudía a la Embajada de Uruguay a pedir asilo político para evitar ser encarcelado por tanto dinero que no queda claro de dónde obtuvo. Sonaban las tragaperras alrededor, empezaba Money.
El mítico cerdo volador sobrevoló el estadio, con la inscripción Stay Human en él. Poco después, cayó en manos de la gente, quién lo apaleó como si de la corrupción misma se tratara. Otro momento mágico se dio cuando los láseres formaron el icónico prisma con el arcoiris cruzado, siendo proyectado por encima del público. Esa portada del Dark Side of the Moon, el álbum que Paul McCartney mencionó cuando le preguntaron por un buen álbum. Ese tatuaje que tantas veces has visto. Eso estaba siendo representado con lasers en el concierto de Roger Waters, con sus clásicos y nuevos temas sonando. Sueño cumplido.
Redacción: Hugo Ballón
Fotos: Nicole Abanto
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