Una invitación regentil (Plymouth Gin experience)

Una invitación gentil. Un viaje que deviene un aprendizaje sobre el mundo Gin y acercamiento hacia Plymouth Gin, ¿puede uno hacerse amigo de una ginebra?. Una experiencia de la que uno guarda todo la colección de recuerdos (desde el momento de aterrizar hasta la despedida en el aeropuerto).

Un chofer gentil nos llevó de Gatwick a un hotel precioso, Dukes Hotel. Una cena estupenda, en el restaurante de Guy Ritchie, con una compañía cada vez más cercana (periodistas de medios online y escritos). Una excursión en tren, cruzando ese lado de UK que hace que uno se enamore de la campiña inglesa y se cuestione lo feliz que podría ser uno viviendo en un «cottage». El sol brillando, luciendo. Pasar por Reading (sí, donde el festival de música) y llegar a Plymouth.

Un recibimiento mediático (unos chicos regentiles nos grabaron sin respiro alguno, devinieron amigos), el Master Distiller, Sean Harrison y Max Warner, Embajador internacional de Plymouth. Ellos ataviados con un look relondy, el distiler con traje a rayas y el embajador con una elegancia muy british (se nota que practica pilates).

Una comida en el típico restaurante de pueblo inglés costero: poco espacio entre mesas, fish & chips y salsas británicas. Una lluvia intermitente y un puerto, que reluce lo que fue (el primer navy británico). La destilería, elegante y con el tamaño perfecto para albergar la producción de una gin que colecciona premios y premios y premios. Un olor auténtico, ginebra en estado puro.

Un «distiller» que nos contó como empezó todo (crucial el puerto para traer las naranjas españolas, el coriander ruso o la juníper italiana) y nos explicó, dentro de «sala de máquinas» como se cuece esta Ginebra. El descubrimiento de la importancia del olfato (¿sabes que si te tapas la nariz, la canela cuesta reconocerla?) a la hora de saborear y la explicación de los ingredientes (¿7?) que conforman Plymouth Gin. La sorpresa de que es la única ginebra con marca propia, solo se produce y puede elaborarse en Plymouth. Un «taste» comparativo de 5 ginebras, una explicación de los sabores según los puntos de la lengua donde se deguste y la comprensión de que el agua, crucial en el gin, debe ser pura y buena.

La elaboración de una Ginebra propia (sí, hicimos una ginebra Tendencias.tv picante y con un toque intenso de enebro) y un coctelero regalándonos unas delicatessen de gin tonics. El cumpleaños de Verónica (cumpleaños feliz y velas en muffins incluida) y una visita al famoso faro de Plymouth (aquel que tantas historias habrá vigilado!). Crucar un bosque, entrar en unas curvas verdes y llegar a Pentillie (best place to sleep ever). Un castillo perdido al lado de un río con una decoración elegante, de época y cuidada. Unas diez habitaciones (numeradas con nombres), un servicio impecable y un espacio único. Muy Maria Antonietta. Una cena digna de palacio real (veggie dish included) y una posterior velada reservada para los asistente (buena la anécdota de los pantalones de Max y divertido el juego de los personajes). Sueños deliciosos y un breakfast de ensueño antes de partir a Devin allá donde está el agua natural que hace que Plymouth Gin sea lo que es.

Una nueva excursión en tren, unos periodistas, ahora amigos, que se despiden una vuelta con sonrisa. Tal vez la manera más elegante de presentarte un nuevo amigo. Bienvenida Plymouth Gin a nuestra pandi.