Gallery in a building (Gagosian gallery, NY)
Siempre pensé que las galerías escondidas dentro de un edificio eran propiedad de San Francisco. Famosas son sus exposiciones donde uno sube y baja en ascensor, donde uno entra mientras el vecino sale.
Verdad es que en Tokio proliferan los espacios de arte escondidos entre casas y edificios, más allá del pie de calle; pero es que en Japón tiendas, bares, galerias y demás curiosidades salpican edificios, plantas y azoteas.
Es entonces cuando uno cae en la cuenta que las particularidades que creemos típicas de
una ciudad no son tan autóctonas como uno puede pensar. Sea por la globalización, la manera que tienen las ciudades de crecer (obervando e imitando) o porque lo bueno siempre funciona (¿por qué será que en Barcelona o Madrid aun encontramos pocas galerias en edificios? ¿será que no observarmos? ¿será que no copiamos?).
Entonces, al moverse por el mundo del arte es común que, para visitar una exposición o conocer un artista, uno debe entrar en un edificio, llamar al ascensor y cruzar un pasillo, que a modo hotel, enumera elegantemente realidades cerradas.
En Nueva York, en la ribera de Central Park, donde los museos conquistan los cruces y se alza un imperio de lujo y high-heel uno tropieza, sin saberlo, con edificios que esconden, entre viviendas, grandes obras de arte, propuestas difíciles de encontrar y un arte que nadie diría que se esconde en el octavo segundo. Es el caso de la referente Gagosian Gallery, emergente, pulcra, transgresora y non-populus.
Su nombre se relaciona con lo que está por llegar, con lo que se vende en ferias de arte y con exposiciones que se mueven rápido (de Atenas a Londres pasando por Roma). Una de sus tres sedes en Nueva York, la de Madison Avenue, pasa totalmente desapercibida a no ser por que al andar uno topa con su tienda. Un bajo, con amplias cristaleras donde lucen «Puppys paragüeros de porcelana« de Jeff Koons o los «Superstitions Plates» de Hirst.
A Gagosian se llega atravesando una puerta giratoria, saludando a un «bell man» auténtico y subiendo en ascensor dorado con un «conductor de ascensores» (¿cuánto tiempo hace que no ves un conductor de ascensores?). Una vez dentro, una chica simpática, te da la bienvenida, te presenta el espacio y te deja disfrutar.
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3 comentarios
Unbeevliable how well-written and informative this was.
cheeers! 😀
thanks