ESCAPADA MILANESA

Que Milán ha sido fuente de inspiración para artistas, diseñadores y cualquier persona con una inquietud o interés creativo no es novedad. Bautizada como la meca del diseño italiano, esta ciudad es un escaparate en sí mismo. Se puede comprobar con tan solo visitarla y recorrerla. Pues el auténtico espíritu milanés aflora tanto en las trattorias de toda la vida como en restaurantes con propuestas mucho más contemporáneas. Y a nadie le sorprende si hablamos de su rico patrimonio arquitectónico, su majestuosa catedral o la de las galerías Vittorio Emanuele II. Milán es sofisticación y es tradición. Eso es evidente. Así que, esta vez, más allá de recordar y de revisar lo que ya sabemos, nos hemos escapado sin una intención concreta y con muchas ganas de que la ciudad nos sorprenda.

Di tutto un po’

Es imperdonable ir a Milán y no visitar el Duomo, considerada una de las catedrales más grandes del mundo. Ésta tardó en construirse cinco siglos (¡ahí es nada!) y hoy es un lugar de encuentro para milaneses y visitantes. Merece la pena sentarse en la plaza a observar el maravilloso trabajo que se encuentra en sus 135 agujas y en sus más de 2500 estatuas de piedra. Para luego adentrarse y observar las largas columnas de mármol que llegan hasta el techo y que sostienen esta joya gótico-lombarda. Subir a la terraza regala unas vistas espléndidas y permite descubrir esculturas de ángeles, santos, boxeadores, un piolet alpino y un astronauta. Lo dicho, para quedarse de piedra.

Junto al Duomo se encuentran las galerías Vittorio Emanuelle II, con unas bóvedas de cristal imponentes, estructuras de hierro ingentes y arcos a través de los cuales se cuela la luz, que termina proyectándose en los mosaicos del suelo. En ellas encontramos un sinfín de tiendas de lujo, algunos restaurantes milaneses y alguna que otra cafetería mítica. Amantes del café, éste es el lugar perfecto para tomar un doppio espresso o un cappuccino de toda la vida. Y si lo queréis acompañar con un dulce típico, vuestro lugar es la Pasticceria Marchesi, una pastelería tradicional adquirida recientemente por Prada. Nosotras no nos pudimos resistir a sus Marron Glacé ya que visitábamos la ciudad en pleno otoño.

“Quizás la génesis de la creatividad de Milán haya que encontrarla en Leonardo” escribe el autor Massino Nava. Y es que todos sabemos que fue el genio renacentista quien pintó una de sus obras maestras en una sencilla capilla del Convento de Santa Maria delle Grazie: El mural de La Última Cena. Lo que mucha gente no sabe es que da Vinci también rediseñó la red de canales de la ciudad.

Navigli es el barrio de canales que recuerda, modestamente, a Venecia y que se ha convertido en un lugar para pasear y tomar algo frente a los más de 50 km de canales navegables. Nosotras nos enamoramos de la zona de Tortona, donde las fábricas se han convertido en showrooms, tiendas, teatros y museos. De hecho, nos alojamos en Combo, una antigua fábrica convertida en un espacio plural que funciona a la vez como hostal, galería de artistas emergentes, lugar de trabajo y bar- restaurante. El edificio esconde un patio interior rodeado de verde y un maravilloso invernadero donde disfrutar de desayunos en silencio y de cenas animadas. Fue un regalo poder disfrutar de la tranquilidad del despertar frente a los canales, desperezarnos con la luz que se filtraba por las paredes acristaladas del GlassHouse y estar ubicadas en una de las zonas con más ambiente alternativo de la ciudad. Además, Combo se encuentra muy cerca del MUDEC, el Museo delle Culture di Milano, que suele tener exposiciones interesantes y merece la pena ser visitado.

Otro crush de la ciudad fue el pintoresco barrio de Brera. Éste apuesta por las pequeñas boutiques de diseñadores emergentes emplazadas en un entramado de calles salpicadas de color y de verde. En el corazón de Brera encontramos su Pinacoteca, un palacio convertido en museo, una institución que atesora una de las colecciones de pintura italiana más espectaculares del planeta. Y muy cerca se encuentra el Jardín Botánico, un refugio en el que perderse o simplemente sentarse a leer. Os recomendamos acercaros y adentraros a Corso Como 10, una de las mejores tiendas de la ciudad con un maravilloso restaurante en su interior.

Este pequeño barrio se sitúa a medio camino entre el Quadrilatero d’Oro de la moda milanesa y el castillo Sforzesco, de origen medieval y sede de varios museos. Una fortaleza que limita con el parque Sempione, el mayor pulmón verde de la ciudad.
Finalmente, antes de abandonar el cemento y poner rumbo al paisaje natural, queríamos visitar la Fundación Prada.

Las artes y las expresiones culturales son los instrumentos de trabajo y aprendizaje de la Fundación. Un territorio de librepensamiento en el que las figuras establecidas e imborrables, así como los enfoques emergentes, son bienvenidos. En esta antigua destilería de 1910 se invita a diferentes tipos de personas a brindar nuevas interpretaciones de ideas no detectadas.

Dentro de la Fundación encontramos el Bar Luce, diseñado por el director de cine estadounidense Wes Anderson. Este bar fue concebido por el director como “un espacio para la vida real con numerosos buenos lugares para comer, beber, hablar, leer, etc. Si bien creo que sería un escenario de película bastante bueno, creo que sería incluso un mejor lugar para escribir una película. Intenté convertirlo en un bar en el que quisiera pasar mis tardes de no ficción”.

Antes de poner rumbo a las afueras de la ciudad, os lanzamos un par de ideas para catar “il sapore italiano”. Ahí va algún que otro restaurante:

L’Alchimia

La cocina propuesta por Giuseppe Postorino apunta a una creatividad comprensible para todos, no pretende sorprender de manera forzada sino ser tranquilizadora, integrante y contemporánea. Su idea es apostar por materias primas atractivas que inciten al cliente a comer, liberándolo del bochorno de no saber qué elegir, porque nada le convence o no le es familiar. Cómo no, los platos emblemáticos de la ciudad siempre están presentes en la carta, como el escalope y el risotto milanés.

Remulass

Remulass combina las experiencias de un grupo de personas: hospitalidad, gastronomía, vino, cocina, pero también producción propia y artesanía. Les gusta mover las manos y compartir sus pasiones más viscerales. Les une la concreción, el deseo de crear un entorno de trabajo sostenible, el respeto por las personas y las materias primas. Su propósito es simplemente querer ofrecer una cocina y un servicio genuino, atento, generoso y consistente. ¡Enhorabuena porque lo consiguen!

Sidewalk Kitchens

Sidewalk Kitchens es un colectivo de comida compuesto por 4 cocinas, una cafetería especializada y un bar de vinos, creado por gastrónomos innovadores, que sirven comidas y bebidas de otro planeta. Un espacio de expresión gastronómica para una comunidad apasionada por la auténtica comida callejera, los cafés de especialidad y los vinos naturales. Una mezcla de sabor internacional en un ambiente de barrio local.

El alma del proyecto reside en las personas que pueblan la acera, convirtiéndola cada día en un punto de encuentro, vivo y rico en diversidad. La mejor comida callejera del mundo y vinos naturales reunidos en una única acera. Sin duda, si viviésemos en Milán nos encontraríais allí a cualquier hora del día.

Heladería Ciacco

Ciacco Lab es una heladería artesanal fuertemente arraigada en el territorio: crean conexiones con productores locales y ponen en valor los materiales típicos de las tradiciones lombardas y emilianas.
Sus helados no llevan aditivos naturales ni artificiales, sino una lista de ingredientes lo más corta posible, para realzar la excelencia de las materias primas utilizadas, dando un sabor más fiel e intenso. Sin duda, uno de los mejores helados italianos que puedas disfrutar. Bueno, saludable y sostenible. ¿Qué más podemos pedir? Yo lo tuve claro, una tarrina de mandorla e pistacchio.

Cómo nos conquistó Como

Y del ambiente urbano de la capital lombarda pasamos al idílico paraje natural del lago de Como. Siempre habíamos tenido muchísima ilusión por escaparnos a este lago, confiábamos en que nos gustaría pero la naturaleza siempre vence, te sorprende y te abraza. Fue un regalo encontrar un escenario tan generoso en frondosidad y en extensión. Una panorámica donde el azul del mar y las primeras notas de color de un otoño que despierta, tiñe y salpica el verde de las montañas. Aquí la luz cambia cada minuto, cada segundo. Aún nos dura la resaca emocional.

El tren nos dejó en Como. Esta vez decidimos no ir en coche pero nos dimos cuenta (tras dos días allí) que tenerlo nos hubiese facilitado movernos con ligereza.

La ruta ideal es bordear el lago y disponer de la libertad para realizar todas las paradas que uno desea para disfrutar de las impresionantes vistas, de las villas, de los jardines, de los pantalanes y de cualquier pequeño restaurante que encuentres en el camino. Como las posibilidades son infinitas y el tiempo suele ser escaso, una buena opción es dar una vuelta en alguno de los ferrys o barcos. Si se puede, es ideal alquilar alguna de las históricas y elegantes embarcaciones de madera del emblemático astillero Cantiere Ernesto Riva para trasladarse entre pueblos y fincas.

Nosotras optamos por visitar un restaurante, algunas villas y varios hoteles para tener algunas de las mejores panorámicas del enclave.

Wild Villa Experience

Pier y Lara son pareja dentro y fuera de la cocina. Ambos, creativos y pragmáticos, eligen personalmente los productos de sus recetas favoreciendo el km0 y se preocupan por cuidar de cada pequeño detalle.

Villa Experience es a la vez una casa de madera inmersa en el bosque, un restaurante, un taller de cocina y un espacio para celebrar todo tipo de encuentros en petit comité. Un gran ejemplo de Slow Living capitaneado por dos auténticos artistas.

Su comida es reconfortante y el éxito se encuentra en hacer lo que hacen con amor. “La felicidad es una focaccia recién horneada”, dicen. ¡Y vaya si lo es! Nos conquistaron con unos simples y deliciosos Paccheri con salvia y tomate seco. Villa Experience es un lugar que emociona y que inspira. Un lugar íntimo. Una ventana al mundo.

Uno de nuestros rincones favoritos de todo el viaje. No solo por sus vistas, sino por la propuesta gastronómica y, sobre todo, por las dos grandes almas que lo regentan.

Domus Plinii

Domus Plinii es una residencia histórica, construida en 1792, con vistas directas al lago de Como en el diminuto pueblo de Faggeto Lario. El hotel ofrece 11 suites a sus huéspedes, cada una con un estilo y diseño único de los años cincuenta, sesenta y setenta. Además, el lugar cuenta con un restaurante dentro de un precioso invernadero acristalado, una piscina, una playa privada y un centro de deportes acuáticos. Situado en una zona muy tranquila del lago, todo está preparado para disfrutar de éste de una forma privada.

Il Sereno

Ubicado en Torno, el hotel Il Sereno es una de las más nuevas joyas de la hotelería mundial. Circundado por la belleza natural del gran lago y de las montañas de los bajos Alpes y sus pueblos, Il Sereno se diferencia de los demás por la arquitectura y diseño interior contemporáneos (firma de Patricia Urquiola) además de sus jardines verticales (diseñados por el botánico Patrick Blanc).

Un contraste frente a la tradicional estética de los palacetes y caseríos de estilo clásico de la región.
El spa del hotel y el restaurante están ubicados en una antigua “Dársena” (como se conocen en italia los garajes de barcos) a la orilla del lago. Junto a ésta, se encuentra la piscina infinita que parece flotar sobre el lago. Si no fuese por un claro decalaje temporal, la expresión “Dolce far niente” podría tener su origen aquí.

Villa Pliniana

Ubicado también en Torno, este hermoso palacio del siglo XVI ha alojado a grandes intelectuales como Leonardo Da Vinci y Lord Byron, además de celebridades internacionales como Nick Jonas o Miley Cyrus, convirtiéndose en uno de los lugares más deseados de Italia para la realización de los más memorables eventos, particularmente las bodas.

Éste cuenta con capacidad para hospedar hasta 39 huéspedes ofreciendo 19 suites totalmente renovadas y distribuidas en un edificio principal y tres villas independientes. Villa Pliniana (a la que se puede acceder por tierra, mar y aire) también ha sido restaurada bajo la óptica de la diseñadora Patricia Urquiola, añadiendo un toque contemporáneo a los interiores a la vez que conservando pinturas, terrazas, chimeneas y parte de la estética neoclásica original, así como el piano en el que el compositor G. Rossini escribió su famosa ópera Tancredi. Ver una ópera aquí sería una opción. Aquí lo dejo.

Passalacqua

Galardonado este mismo año como el mejor hotel del mundo, Passalacqua mantiene el espíritu con el que se construyó en el siglo XVIII. Un lugar del corazón del Lago Como para los amigos, para el amor y el ocio, para los placeres de la mesa y de la tradición italiana de la villeggiatura.

La villeggiatura es la mezcla de un estado de ánimo y unas vacaciones. Un ritual anual para las familias italianas, un traslado estacional muy esperado de una casa de la ciudad a una villa en el campo. Años atrás, suponía mucho más que un simple cambio de escenario. Era una oportunidad para recargar el cuerpo, enriquecer el alma y ampliar la mente. Era un reset en toda regla, una temporada muy esperada de encuentros y un momento de enriquecimiento personal.

En Passalacqua, la villeggiatura sigue viva. El día te pertenece. Levantarse temprano o dormir hasta tarde. Acurrucarse con un libro, sentir la brisa en la piel y los sonidos del agua, el susurro de las hojas y las voces de la montaña. Además, el lugar ofrece actividades alternativas: la posibilidad de disfrutar de un masaje, aprender a hacer pasta, recorrer el lago con una lancha a motor antigua o montar un bouquet de flores distinto cada mañana. Aquí el propósito es uno y está claro: Tus vacaciones. Tus reglas.

Tras este viaje de cuatro días, nos queda claro que la libertad no sólo depende de tener los recursos necesarios para hacer cosas. La libertad también tiene mucho que ver con poder imaginar más allá de la rutina diaria. Prometimos volver y estamos seguras de querer cumplirlo.

Artículo escrito por Marta Parera.